viernes, 5 de mayo de 2017

"KARABAJ, LA NACIÓN PARIA QUE DEFIENDE SU IDENTIDAD EN EL TURBULENTO CÁUCASO SUR". POR DANIEL VITTAR.



Aldea. La geografía montañosa de Nagorno Karabaj cobija un nutrido número de agrestes pueblos pequeños, rebosantes de historia medieval.

Un referéndum político se convirtió en una cruzada patriótica en esta república católica, no reconocida, que está en guerra con su vecino Azerbaiyán.

Zinaida, abrigada con el mejor atuendo de una campesina, se frota las manos para sacarse el frío en la despojada escuela de la aldea Monasterio, sobre las nevadas montañas de Gandzasar, en lo alto de Nagorno Karabaj.

Tiene dos hijos defendiendo la militarizada frontera con Azerbaiyán, en un conflicto que germinó lentamente al calor del bloque soviético, y terminó estallando con la caída de la URSS.


“Claro que tenemos miedo, pero tienen que estar ahí”, sentencia la mujer, como un mandato celestial. Emana tanta convicción que casi suena a pecado.

Una mano agrietada refriega los ojos verdes, sin lagrimas ni abatimiento. Hija de madre rusa, no deja escapar ni un soplo de dolor. A su lado, Giulana habla de soldados y héroes, de la tierra y la patria.
En esta desolada región del Caucaso sur, la aldea se levantó temprano para votar en una consulta popular. Un simple referéndum se convirtió en un virtual estandarte patriótico.

Es fácil de entender: desde hace casi tres décadas los católicos de este país viven en una guerra latente con la dinastía musulmana de Azerbaiyán -fomentada por Turquía-, que día a día calienta la línea de frontera.

Una urticante herencia de la disuelta Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), a la cual ambos países pertenecieron durante siete décadas.
La aldea se llama Monasterio porque a pocos metros de allí se alza desde hace ocho siglos una amurallada abadía de paredes de piedra, donde los primeros caballeros medievales tallaron cruces cristianas. Fue levantada por el mítico príncipe armenio Hasan Jalal, al que llamaban “Príncipe de Príncipes”.
A fuerza de acero y osadía lo supo defender del asedio de turcos, persas y mongoles. Amigo de monjes y amante del conocimiento, Jalal se convirtió en leyenda entre su gente, y en objeto de odio de sus enemigos.

Cuando los mongoles finalmente lograron apresarlo, fue torturado, desmembrado y sus restos arrojados a un pozo. Tiempo después la familia recuperó el cuerpo y lo sepultó en lo profundo da la abadía, para que los saqueadores no pudieran llegar a él.
De estas historias medievales se nutre la memoria colectiva de sus pobladores. Les da un sentido de pertenencia, de arraigo, de un espeso nacionalismo que causa erupción en esta región plagada de turbulencias políticas y religiosas.
La URSS se escindió hace más de un cuarto de siglo, pero aún hoy supuran conflicto como el de Armenia y Azerbaiyán.

La mayoría de ellos producto de pasiones étnicas y religiosas. Lo saben los croatas, bosnios, serbios y eslovenos que dividieron la Yugoslavia de Tito. También los checos y eslovacos.
Pero en el Cáucaso sur, las heridas que ocultaron durante décadas las repúblicas soviéticas aún no sanaron. Armenia, histórico país católico, disputa su espacio bajo el asedio de Azerbaiyán, de mayoría musulmana y dominada por una dinastía familiar.

Ambos se cruzan por el pequeño territorio de Nagorno Karabaj, que tiene un estatus indefinido y en disputa permanente.
Karabaj es un ejemplo de esa compleja telaraña que tejió la sutil e implacable política interna de la URSS. Por historia, cultura y religión, la población de Karabaj siempre fue netamente armenia. Azerbaiyán, de población turcomana, la reclamó como propia con el apoyo de Turquía.

Lenín, que necesitaba acuciantemente el petróleo de Azerbaiyán, e intentaba seducir a Turquía para que se sumara al bloque, se la entregó a los azeríes en 1923.
Mientras duró el poder de Moscú, el statu quo perduró. No había discusiones, ni disenso. Con la caída de la URSS, en 1991, los habitantes de Karabaj declararon su independencia y se erigieron en República.

Una república que no aparece en el mapamundi porque no está reconocida internacionalmente. Junto a Osetia del Sur, Abjasia y Transnistria conforma un singular grupo de naciones parias que dejó el sueño inconcluso del comunismo soviético, y que se las conoce como la “Comunidad de Estados no reconocidos”.
Karabaj tiene fronteras bien delimitadas, bandera propia, fuerzas armadas y un gobierno elegido democráticamente. Podría ser un país independiente, pero ningún miembro de Naciones Unidas lo reconoce como tal.
“Soñamos con la independencia. Yo, mis hijos, mi sobrino, todos luchamos por la independencia”, dice Albert Petrosia en Karabaj. Cuando tenía sólo 19 años se alistó como voluntario para pelear contra los azeríes en la guerra de 1991.

Ahora, sus dos hijos son considerados héroes de guerra. Uno de ellos por haber destruido cinco tanques de Azerbaiyán en los enfrentamientos más recientes.
En febrero, Karabaj convocó a un referéndum para modificar su sistema de gobierno y pasar de un sistema semipresidencialista a presidencialista.

Pero el cambio tiene aspiraciones más profundas: que la sustentación de la democracia permita que los demás países reconozcan su soberanía.
Anclados a este suelo, que caminaron monjes y príncipes medievales, mujeres como Zinaida y Giulana, y hombres como Albert, sienten que defienden su identidad.

Una especie de moderna cruzada, donde la historia y los legados conforman una ardiente encrucijada.
En la aldea Monasterio, el sol luminoso derrite la espesa capa de nieve que dejó la noche sobre los tejados. “Tienen que estar ahí”, repite Zinaida, con voz cruda de madre y un orgullo sin piedad.

Algunos comentarios que aclaran y otro que confunde:

La comunidad en Nagorno Karabaj (Artsaj, nombre que los armenios llaman a esta región), no es de religión católica, sino son Cristianos apostólicos. Es decir, cristianismo como religión podemos dividirla en 2. Por un lado, la iglesia católica y por el otro lado, las iglesias orientales. A su vez ésta última, la podemos dividir en iglesias ortodoxas, tal como la griega, rusa, ucraniana, entre otras; y las iglesias apostólicas como la armenia, copta, entre otras. Puede haber población católica, claro que si, pero la mayoría no es tal. Hay que informarse!.

Eliseo Derghazarian.


A ver: qué lástima que el autor de la nota no pidió ayuda a la comunidad armenia para que le corrijan algunas cosas. Los armenios somos en su mayoría (mas del 95%) Apostólicos con Iglesia propia y Papa propio en la Santa Sede de Etchmiatzin. Primer pueblo que reconoce a la cristiandad como religión estatal. Segundo, no fue Lenin quien arbitrariamente anexó de forma ilegal la región de Nagorno-Karabaj a Azerbaijan sino el dictador genocida Stalin.

Rafael Peresian.


Con relación a la nota “Karabaj, la nación paria que defiende su identidad en el turbulento Cáucaso Sur”, publicada el 22 de abril, quisiera decir que el mismo es un puro ejemplo de falsificación de la historia de un país y promoción de separatismo, agresión y ocupación. Es lamentable que la nota intente informar sobre un conflicto entre Armenia y Azerbaiyán desde un punto de vista totalmente parcial.
Creo necesario precisar las inexactitudes manifestadas en la nota sobre Azerbaiyán y su región de Nagorno Karabaj ocupada por Armenia. En primer lugar, el conflicto de Nagorno Karabaj no es un conflicto religioso entre “católicos y musulmanes” (el nombre oficial de la Iglesia Armenia es Iglesia Apostólica Armenia, no Católica) como se afirma erróneamente.
Es más, la populación de Azerbaiyán hace siglos goza de la diversidad y tolerancia religiosa, donde conviven en paz los musulmanes, cristianos, judíos, etc. también como lo afirmó el papa Francisco. Asimismo, quisiera dar una breve información sobre la historia de la región de Nagorno Karabaj, cuyo nombre proviene de palabras en azerbaiyano “qara” (negro) y “bağ” (jardín). Desde hace siglos, hasta su ocupación por el Imperio Ruso a principios del siglo XIX, esta región formó parte de diferentes estados azerbaiyanos.
A partir de la firma de los tratados de Gulustán, en 1813, y Turkmanchay, en 1828, entre los imperios rusa y persa comenzaron los reasentamientos de los armenios en las tierras azerbaiyanas. Más adelante, los armenios lograron expandir su territorio a expensas de Azerbaiyán y expulsar a los azerbaiyanos de su tierra de origen. Como resultado, durante el dominio soviético el territorio de Azerbaiyán se redujo de 114.000 km2 a 86.000 km2.
En cuanto al ilegítimo “referéndum” que se menciona en la nota, creo necesario resaltar que este “referéndum” ilegal constituye una clara violación de la Constitución de la República de Azerbaiyán y de las normas y principios del derecho internacional, por lo tanto, no tiene ningún efecto jurídico alguno. Al mismo tiempo, este así llamado “referéndum”, se realiza en las tierras ocupadas bajo las condiciones creadas por parte de Armenia mediante el uso de fuerza y amenaza de uso de fuerza contra la integridad territorial de Azerbaiyán, acompañadas por una práctica notoria de limpieza étnica y flagrantes violaciones de las normas y principios del derecho internacional.
Rashad Aslanov, Embajador de Azerbaiyán en Argentina.



Fuente: Guia Menc